DE CASTAÑOS, SETAS Y MOSTO

Comenzamos la ruta senderista
con un aliciente añadido. Tras la andadura por Los Castañares y la subida al
castillo de Constantina, nos esperaba la Feria del Mosto en ese recoleto pueblo
de la Sierra Norte sevillana.

El sendero se abría ante
nosotros con una hermosa mezcla de colores otoñales. El suelo, alfombrado de
hojas púrpuras, parecía competir con el esplendoroso colorido de algunos
árboles del camino.

Una competición a la que se
añadía la curiosa variedad de setas que íbamos encontrando a lo largo del
sendero. En oscuro rincones, junto a las raíces de los árboles, en los lugares
más insospechados crecen estos interesantes hongos tan desconocidos para mí,
una urbanita que apenas empieza a descifrar los misterios de la naturaleza.

Reconozco que me dejé atrapar
por el encanto de esas diminutas plantas y sus notables formaciones. A mis
fotografías me remito. Y en ello estaba cuando asomó la imagen del castillo. Al
girar en una curva aparecieron los primeros adobes de la histórica construcción
rehabilitada. Tras la belleza y magnificencia de la madre naturaleza, esta obra
del hombre me resultó un curioso contrapunto para finalizar el sendero.

Porque, aunque parece que
andamos en eterna pugna, ser humano versus naturaleza, lo cierto es que estamos
‘condenados’ a entendernos. Por nuestro propio bien… Y dejando atrás mis
disquisiciones cuasi naturalistas, todavía me queda comentar la segunda parte
de la jornada. Ese aliciente añadido que completó tres autocares para esta
ruta: el paseo por la Feria del Mosto. ¿Y qué puedo decir? Mucho y todo bueno.
Buenas tapas, buenos precios, buen mosto y buena gente.

Y concluyo, para no ser
pesada, destacando el buen ambiente antes, durante y después del recorrido
senderista. La jornada resultó repleta y completa: sorpresas micológicas,
construcciones medievales, gustosa bebida, sabroso almuerzo y agradable
compañía. ¿Qué más se puede pedir?

Eloina Calvete García