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En este encierro forzado por las circunstancias, repaso las fotografías de mis rutas senderistas. Cada imagen me trae un recuerdo. Y vuelvo a los caminos. Me parece sentir el peso de la mochila sobre mis hombros cuando cierro los ojos. Paso a paso, fotografía a fotografía, recorro de nuevo los senderos. 

Y revivo las sensaciones, evoco los momentos, las risas, los viajes en bus, las canciones. Avanzo otra vez entre  árboles, arena y rocas siguiendo la ruta marcada; en pos de los guías. Vivimos tiempos de incertidumbre y  es bueno recordar los días felices. Esos días que sin duda volverán, más pronto que tarde.

 Mientras tanto, regresaré a Puerto Zumajo para reencontrarme con amigos; y el valle Ventoso me regalará otra vez sus nubes. Recorreré de nuevo las riberas del Guadaíra y el Huéznar escuchando el rumor de sus aguas; y el silencio de la zona minera onubense volverá a sobrecogerme. 

Retomaré el Caminito del Rey superando miedos y, tras los oscuros pasadizos de la mina Jayona, llegaré a la ermita de la Virgen de Ara. El pasado se hará presente en el Torcal de Antequera; y el viento volverá a despeinarme mientras repaso las fotografías…

Echo de menos los días de excursión. Como todos. Echo de menos la camaradería, las prisas y las carcajadas. Hasta echo de menos las agujetas y el cansancio. Por eso acudo a las fotografías, a los relatos, a los buenos recuerdos. 

Tengo la certeza de que esta crisis pasará y todos volveremos a recorrer los caminos siguiendo a nuestros guías. Carlos, Ana, Jose,  Eduardo, Luismi, Belén, Juanjo, gracias. No quiero olvidar a ninguno, todos dan lo mejor de sí en cada una de las rutas.

 Añoro los días de sendero. Y esta añoranza ha terminado de convencerme. El senderismo se ha convertido en una parte importante de mi vida, aunque no pueda hacer demasiadas  rutas. Esta añoranza me convierte en senderista, auque apenas supere el nivel 1.  

Y es la  añoranza la que me lleva a repasar mis fotografías para evocar recuerdos, para sentir el peso de la mochila sobre mis hombros cuando cierro los ojos. Para volver a caminar entre árboles, arena y rocas en pos de los guías. Esta añoranza me lo confirma. Sí, soy senderista.

Eloína Calvete García

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