Senderismo de nivel

Que la ruta senderista de ‘Los siete valles
colgantes del Algarve’ es una de las más bonitas de Europa pude comprobarlo
ayer. Las panorámicas desde los acantilados sorprenden y deslumbran. Los
colores del mar, las rocas solitarias que emergen majestuosas, las recónditas
cuevas y los restos de conchas marinas en terrenos escarpados componen una
espléndida imagen, una impresionante acuarela de tonos y matices que,
curiosamente, me hizo recordar las clases de geología: estratos rocosos,
volcanes marinos, placas tectónicas; la deriva de los continentes; la fuerza
del agua: erosión, transporte, sedimentación…

Todo aquello que aprendí en los libros pude
contemplarlo a lo largo del abrupto sendero, caminando entre las piedras y
rocas que antaño formaban parte del fondo marítimo y hoy se encuentran en los
acantilados, sobre el nivel mar. La teoría aburrida y monótona de los libros de
texto se transformó en realidad palpable en el fascinante paisaje costero
portugués. 
Ahora repaso las fotografías y de nuevo me asombro ante la belleza de las
pequeñas calas y las apartadas grutas. De nuevo me sorprenden los peñones
solitarios, los coloridos acantilados, la curiosa mezcla de tonalidades del
mar…

Me alegra haber vivido la experiencia. Me alegra
haber explorado mis límites andariegos por esta ruta senderista calificada de
nivel dos, un nivel superior al que estoy acostumbrada. Una ruta que conseguí
completar gracias a palabras de ánimo y manos amigas que me ayudaron a escalar
o descender por los tramos más complicados. Gracias. Vuelvo a mi nivel uno
satisfecha, me siento más segura en terreno uniforme. Aunque quizás un nivel
dos sin pendiente… Ya veremos, no hay prisa

De momento, creo que hice bien al escoger la ruta de ‘Los siete valles colgantes del Algarve’ para realizar mi particular examen senderista. La belleza del paisaje hizo más llevadero el esfuerzo. A las fotografías me remito.

Eloina Calvete García