UNA RUTA DISTINTA

Hoy no puedo escribir sobre
senderos poblados de hojas, ni sobre maravillosas y escurridizas setas. Hoy
escribiré sobre vetustas piedras, blancas y empinadas calles y encumbrados
miradores con vistas espectaculares.

Porque la ruta senderista de
ayer fue distinta, aunque no menos atractiva. Nuestro paseo por el pueblo de
Arcos de la Frontera fue un premio. Sí, literalmente, un premio. El premio de
Senderismo Sevilla a los ganadores del concurso fotográfico que anualmente
convoca. Y me alegra decir que me encontraba entre ellos.

No pudieron acudir todos los
galardonados, así que formábamos un pequeño y bien avenido grupo que marchaba
en pos de Carlos, nuestro guía, dispuestos a disfrutar del premio

Durante el recorrido
monumental visitamos el histórico castillo que se alza majestuoso sobre el
pueblo y paseamos por las recoletas calles teñidas de blanco.

Entre antiguas iglesias y
casas palacio serpentean las estrechas callejuelas de casas encaladas; ofrecen
un armonioso contraste la vieja piedra desgastada por los años y el blanco casi
inmaculado de las construcciones más recientes

Mención especial merece un
restaurante situado en lo que antes eran las mazmorras del castillo. Se puede
visitar sin compromiso de consumición. Está curiosamente decorado con
utensilios y herramientas de antaño; y conserva una pequeña fuente de la que
mana agua desde tiempos inmemoriales. Me pareció una muy buena forma de
‘reutilizar’ un lugar de siniestro recuerdo.

Después del recorrido, un
suculento almuerzo vino a rematar una jornada senderista diferente, pero, como
ya señalo arriba, no menos atractiva.

Y hasta aquí mi relato, ahora
cuelgo mis fotografías de calles y castillo, de piedras y cal; aunque alguna
que otra planta se ha colado. Ya se sabe, la naturaleza asoma por donde quiere,
puede o la dejan…

Eloina Calvete García