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Es hermosa la isla Armona. Hermosa y apacible. Esta isla portuguesa, que pertenece al Concejo de Olhao en el  Parque Natural del Lago Ría Formosa, se conecta a la ciudad por medio de un ferri que cada hora cruza la distancia que la separa del continente.

Es un paraíso que apenas se conoce más allá de las fronteras de Portugal. Un paraíso de arenas blancas y aguas transparentes por el que transcurrió nuestra ruta senderista del pasado domingo. Una ruta que iniciamos después de bajar del ferri.

Desde el pequeño barco pudimos divisar bateas para la cría de mejillones y barquitas que practican una pesca artesanal y sostenible.

Porque no hay grandes construcciones ni turismo masificado en la isla Armona.  Se podría decir que tiene poco más de “dos calles, tres chiringuitos y ocho casas” repartidas entre sus nueve kilómetros de longitud

Liderados por Ana recorrimos una  playa prácticamente virgen; algunos aprovecharon para bañarse en las aguas cristalinas durante la habitual pausa de avituallamiento.

Otros decidimos maravillarnos con el paisaje y despedirnos del verano en aquel idílico lugar. Más tarde recorrimos las calles de la isla sorprendidos por la originalidad de las viviendas.

De distintos tamaños y colores las casas  atrapan al visitante con sus curiosos y singulares ornamentos. Nos asombramos con esa forma de construir que respeta el entorno y conserva en lo posible el valor de un espléndido medio ambiente. Que utiliza, transforma y recicla materiales de cercanía. Sin uniformidad ni similitud, cada casita es original y única.

Tras la caminata, un merecido almuerzo a pie de playa comentando la belleza del paisaje que nos rodea. A pesar del tráfico regular de ferris, la isla Armona conserva su encanto.

Un encanto que bien pudimos apreciar mientras recorríamos sus kilómetros de costa y sus callejuelas en una ruta diferente. Una interesante y original ruta playera por una isla casi secreta, casi escondida en un hermoso parque natural.

ELOINA CALVETE GARCÍA