Ayer salimos de ruta buscando el agua. Deseosos de contemplar el líquido elemento en todo su esplendor.
Atrás quedó la Semana Santa, realmente ‘Santa’ porque nos trajo las ansiadas lluvias. Y los embalses recuperaron su brillo.
No todos, claro. Pero sí el que vamos a visitar hoy, el Gergal. En el término municipal de Guillena.
Con Eduardo y Raúl como guías iniciamos la ‘Ruta del Agua’.
Dos guías, dos niveles y un destino común: el entorno de un parque periurbano, llamado también El Gergal, situado en la margen derecha del río Guadalquivir.
Un medio ambiente natural que lucía sus mejores galas quizás para recibir a nuestro heterogéneo grupo senderista.
Formábamos una nutrida tropa de todas las edades. Mayores y pequeño.
Hoy nos acompañaba el joven Noah, un avispado ‘guía’ que aprendió enseguida a llevarnos por el buen camino walki-talki en mano. Simpático y eficiente en su empeño por aprender.
A todos nos sorprendió la magnífica explosión de colores que lucía el campo. Verdes, rojos, amarillos y morados se combinaban en un precioso arco iris terrenal. Las fotos lo demuestran, aunque la realidad es aún más hermosa.
La naturaleza siempre nos sorprende con su constante renacer, con su incansable energía por reverdecer; a pesar de nuestros esfuerzos por hacerlo casi todo mal. ¿Seremos incorregibles? Espero que no.
El sonido del agua nos acompañó un buen trecho. El Gergal descargaba y se veía hermoso con su aparatoso torrente. Pudimos contemplarlo de cerca y de lejos: el embalse resplandecía majestuoso, pletórico, regio. Nos parecía casi un milagro después de tantos avisos de sequía.
Aún lloverá más, es necesario, pero esta imagen parecía librarnos de la angustia de los últimos meses. Así que el día resultó perfecto. Disfrutamos de los senderos entre flores y del inundado bosque ribereño.
Apreciamos la belleza del entorno y nos prometimos ser más generosos con la naturaleza, espléndidos como ella es con nosotros…
Después de almorzar en Guillena iniciamos el camino de regreso. Visto y no visto. Enseguida llegamos a Sevilla dispuestos a disfrutar de nuevo con el repaso fotográfico. Un magnífico punto y final para una hermosa jornada senderista.
Gracias a Eloina por compartir tu hermosa visión de un día de excursión, esta vez más bonita si cabe porque nos transmites esa alegría por ver el embalse lleno y tanta agua tras las angustias de vivir en escasez los últimos meses que se hacían eternos y ya dudábamos y poco de la gratitud de la Naturaleza y su capacidad de armonizarse a pesar de que el ser humano se lo pongamos cada vez más difícil por nuestra desidiosa manera de consumir y vivir.
A ver si ver esta maravilla que nos describes y que gracias a ello la vemos también a través de tus ojos, como bien dices nos concienciamos de que cuando vivimos y consumimos no estamos solos ni estaremos: siempre rodeados de otros seres vivos con los que guardar una perfecta armonías para todos poder vivir bien en cualquier Rincon de este planeta.
Gracias 🙏
Gracias, Ana. Tenemos que aprender de la Naturaleza, de su generosidad.
Besos