Es complicado resumir tres días de senderismo en unas pocas palabras. Pero acepto el desafío y espero que el relato de este último viaje no resulte pesado ni monótono. Porque el tema de nuestros tres días de sendero fue siempre el mismo: el agua.

Ese líquido elemento tan escaso e imprescindible para la vida. El agua. El agua libre y salvaje que se abre paso entre las rocas y asoma en los lugares más insospechados. Y el agua mansa, la sometida por el hombre, encarrilada en fuentes, surtidores y acequias.

El agua y sus caminos en tierras granadinas con Carlos, Ana y Jose como experimentados guías.

En nuestra primera ruta acompañamos al río Genil a su paso por Granada. Un sendero con una vegetación exuberante que nos fue introduciendo en la belleza de unos paisajes que días después tendríamos la ocasión de disfrutar.

Muchas sonrisas y muchas fotografías. ‘Posados’, ‘robados’, solos o en grupo la cuestión era inmortalizar todos y cada uno de los rincones que recorríamos. Captar la belleza de esos lugares y dejar constancia de nuestro paso.

Al día siguiente, la ruta por los Cahorros de Monachil superó nuestras expectativas. Sus puentes colgantes, sus desfiladeros, su vegetación, sus montañas, todo, absolutamente todo se conjuga para ofrecer un atractivo camino salpicado de cascadas del río que da nombre al espectacular sendero.

Una corriente de agua que acompaña al caminante durante todo el trayecto. Mas sonrisas y más fotografías en un itinerario original y encantador.

Y la jornada aun nos deparaba lo mejor del viaje: el paseo nocturno por los jardines de La Alhambra y el Generalife. Mágico, encantador, impresionante entorno una y mil veces elogiado por todo aquel que lo recorre.

De día o de noche, la Alhambra se merece el cortejo de propios y extraños. Dicen que es difícil que me quede sin palabras, pero en este caso poco puedo añadir a lo ya escrito por plumas mejores que la mía.

Las fotografías nunca reflejarán el encanto, la magia, la sublime belleza de un lugar que a todos embruja y cautiva. Pero ahí quedan.

La ruta del Gollizno, de Moclín a Olivares, fue nuestra despedida. Un completo recorrido por los Tajos de la Hoz, una garganta originada por el río Velillos.

Bajo la atenta vigilancia de una fortaleza nazarí que asoma sobre un cerro cercano hicimos el recorrido. Disfrutamos del último sendero por pasarelas y puentes.

Hicimos las últimas fotografías de las hermosas perspectivas granadinas atrapados ya por la nostalgia. Solo quedaba
despedirse del entorno y de los compañeros de viaje. Tres días intensos de senderismo en pos del agua cual sedientos viajeros. Admirando la belleza de los paisajes y haciendo nuevos amigos. Soslayando dificultades y buscando siempre el aspecto positivo de las experiencias vividas.

Y concluyo mi relato con unas palabras de Alejandro Dumas:
“…empiezo a pensar que hay un placer todavía mayor que el de ver Granada. Y es el de volverla a ver”.

ELOINA CALVETE GARCÍA

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