Paymogo es un pueblo onubense fronterizo con Portugal, está situado en la ribera del rio Chanza, junto a un rectilíneo puente en la línea divisoria entre España y el país vecino.
Este municipio tiene una historia antigua relacionada con los templarios y una leyenda asociada a su curioso nombre: País del Mago, país de un mago que anduvo por estas tierras, un supuesto hermano de Guzmán el Bueno amigo de hierbas y plantas.
De esa denominación derivaría el topónimo actual del pueblo, Paymogo. Puede que este relato sea cierto. O no. Quién sabe.Y por este país de mágico nombre discurrió nuestra pasada jornada senderista.
Concretamente por la Ruta del Contrabando. Pues el nombre de Paymogo también se relaciona con el café, el tabaco, la harina o el azúcar.
Con estos productos de primera necesidad que se introducían de matute en España por la frontera hispano-lusa hasta bien entrado el siglo XX.
El río Chanza, a su paso por el pueblo, fue siempre un lugar relacionado con este comercio irregular.
De ahí que el sendero paralelo al río por el que caminamos reciba esa denominación tan peculiar: La Ruta del Contrabando.Sendereamos por veredas estrechas, entre alisos, chopos y álamos. Por reducidos vericuetos y puentes elevados imitando a aquellos atrevidos ‘comerciantes’ encubiertos.
Es un camino escarpado, con una abundante vegetación de plantas medicinales que animan el recorrido. El paisaje es hermoso a pesar de la pertinaz sequía. Y los molinos que asoman a lo largo del río dan fe de tiempos mejores para su cauce. Molinos hidráulicos que ahora son memoria de otra época.
Almorzamos en el pueblo y aun nos dio tiempo de contemplar el Fuerte de Paymogo. Una original construcción defensiva cuyo interior está ocupado en gran parte por la Iglesia de Santa María Magdalena.
Otro edificio con una larga y beligerante historia. Como ocurre por toda esta banda fronteriza. Una hermosa e histórica zona que siempre es gratificante recorrer.
Nos despedimos de Paymogo hasta una próxima vez. Seguro que volveremos a Pagus-Mogo, otra versión del curioso nombre relacionada ahora con los portugueses. Pero esa historia mejor la cuento otro día…
Eloína Calvete García