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El Algarve portugués ofrece un paisaje costero de enorme belleza. Acantilados, simas y pequeñas calas se suceden.

Las panorámicas sorprenden, deslumbran. Los colores del mar, las rocas solitarias que emergen majestuosas, la frondosa espesura, las recónditas cuevas y los restos de conchas marinas que salpican el escarpado terreno componen una peculiar estampa ribereña.

Nuestra ruta senderista del pasado sábado discurrió a través de este notable paisaje. Liderados por Carlos, Ana y Eduardo iniciamos un itinerario especial, una ruta que armonizaba tierra y mar para contemplar desde distintas perspectivas las curiosas formas diseñadas por el viento y el agua: empinadas laderas, rocas de formas sorprendentes, recoletas ensenadas y rincones ocultos que aparecen y desparecen con la marea.

Grandes cataclismos terrestres y marinos delinearon la costa portuguesa y los vestigios de aquel turbulento pasado perduran en el presente. Construcciones modernas, abundante vegetación y rocas ancestrales ofrecen un curioso espectáculo de contrastes que atrae al senderista, aunque no sorprende a las omnipresentes gaviotas

Tras la caminata y el almuerzo, el ansiado paseo en barco. Acompañados en todo momento de música, palmas y sonrisas, los acantilados del Algarve nos ofrecieron un nuevo perfil. Un perfil distinto pero igual de impresionante.

Mecidos por las olas casi acariciamos las imponentes piedras que se elevan a merced del tiempo y el desgaste. Conseguimos descifrar los imaginativos perfiles rocosos señalados por el capitán, nos asomamos a las cuevas para quedar atrapados en su original encanto y hablábamos de regresar cuando aún no nos habíamos marchado.

La naturaleza se muestra generosa en el Algarve portugués. Una generosidad que aprovechamos el pasado sábado. Regresamos satisfechos con la completa jornada.

Convencidos de volver a la menor oportunidad. Porque el litoral lusitano merece más visitas, más veredas, más rutas especiales para descubrir todos y cada uno de sus curiosos, recónditos y atractivos rincones.

Eloína Calvete García

 

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