Por el Valle del Jerte transcurrió nuestro último viaje senderista. Dos días y dos noches recorriendo un magnífico entorno natural.
Cuatro rutas, dos niveles y tres magníficos guías que se complementaron para ofrecernos lo mejor.
No se puede disfrutar más en menos tiempo. A la belleza de los paisajes se añadieron el buen tiempo, el buen ambiente, la camaradería y la generosidad de unos y otros.
Caminar por el Valle del Jerte, entre cerezos, supone un vivificante ejercicio y una agradable sensación de bienestar y afinidad con la naturaleza.
Una naturaleza que a los urbanitas se nos antoja a veces demasiado lejana.
Senderear entre cascadas y caminar en paralelo al río con el rumor del agua como música de fondo son experiencias inolvidables en este paraje único.
Como contemplar los campos blancos y floridos a la par que se divisa la nieve en las cumbres que rodean el valle.
Todas estas sensaciones y experiencias se fueron acumulando en nuestra mochila senderista. “Sumando momentos”, que diría Jose, nuestro guía de cabeza.
Además, entre sendero y sendero, paseos por dos enclaves extremeños. Plasencia, la ciudad con dos catedrales. Y Jerte, el municipio homónimo del valle
Nuevos sumandos para una alforja viajera ya casi repleta. Históricos lugares de peculiar belleza como complementos inesperados en el viaje.
Dos días y dos noches que dieron para mucho. Blancos cerezos, cimas nevadas, hermosas cascadas y cientos de fotografías.
Cuatro rutas, dos niveles y tres guías: Jose, Inma y Sergio liderando la marcha por vistosos senderos.
Deshaciendo entuertos con paciencia casi infinita y buena disposición. Instantes y sensaciones emocionantes en un breve pero fructífero viaje que esperamos repetir
Volveremos cuando la naturaleza juegue a pintar nuevos colores. Y el grana más sublime de las cerezas sustituya al blanco inmaculado de las flores
De momento, resignados, repasaremos vídeos y fotografías.
ELOÍNA CALVETE GARCÍA
Perfectamente narrado, como lo haces normalmente, podríamos imaginar el paseo incluso sin fotos publicadas.