DE CAÑOS DE MECA A ZAHORA
Se acaba el verano. Y comienza la temporada senderista. Las vías polvorientas esperan la llegada de impacientes andariegos. Se acaba el verano; aunque las temperaturas se resisten a bajar. La inauguración de la temporada aprovecha los últimos coletazos del calor bochornoso para iniciar su recorrido a lo grande.
Caños de Meca y Zahora, poblaciones costeras gaditanas, nos ofrecieron el pasado sábado su agradable temperatura y su aire refrescante para nuestra primera marcha senderista tras las vacaciones.
Con ilusión renovada iniciamos la ruta entre pinares. Por el Parque Natural La Breña y Marismas del Barbate. Bien pertrechados y bien acompañados. Carlos, Ana, Jose, Belén e Inma, guías habituales en distintos niveles senderistas, no suelen coincidir en la misma ruta, pero era una jornada especial.
Una ocasión para celebrar. Y las recoletas playas gaditanas fueron el marco perfecto. Sol y viento. Brisa y sonrisas entre bañistas y aficionados al kitesurf con sus coloridas cometas y sus acrobacias imposibles.
Nuestro camino costero tenía un claro objetivo: el faro de Cabo de Trafalgar. Una blanca torre que guarda la costa desde 1860. Un garboso vigía escudriñando el horizonte entre el revuelo de gaviotas y volantines de colores.
Su inconfundible silueta se dibujaba a lo lejos cuando iniciamos el sendero, asomaba entre los pinos. Aislado y distante. Nos fuimos acercando sin apenas darnos cuenta. Empujados por el viento.
Distraídos con la charla. Absortos con las cometas. Y pudimos admirarlo en todo su esplendor antes de iniciar el último tramo del camino.
Desde el pinar llegamos a Caños de Meca. Y continuamos hasta llegar al faro. Ahora tocaba poner rumbo a Zahora para completar el hermoso recorrido inaugural.
Fin de la ruta en un chiringuito playero. Terminamos la jornada degustando especialidades de atún. Comentando las anécdotas de la marcha, haciendo planes para nuevas rutas, imaginando reencuentros.
Disfrutando por adelantado de futuros senderos. Y nos despedimos satisfechos de la costa gaditana. Nos llevábamos su sol y su brisa. Su faro y sus cometas en cientos de fotografías. Dijimos ‘hasta pronto’ sin tristeza. Volvíamos contentos. Felices de estar juntos otra vez.