EL ARROYO DE LA SEBASTIANA

EL ARROYO DE LA SEBASTIANA

La ruta del pasado sábado por el Arroyo de La Sebastiana (Aznalcóllar) comenzó con una espectacular subida que puso a prueba nuestras mejores intenciones senderistas. Un buen ejercicio para iniciar un recorrido que nos deparaba gratas sorpresas.

Tras un corto tramo por carretera preparamos el descenso hacia la espesura, hacia una trocha que serpentea junto al arroyo, una vereda de frondosa vegetación que despertó nuestro espíritu aventurero.

Encinas, alcornoques, quejigos y matorrales en abigarrada estrechura parecían querer cerrarnos el paso. Pero nos adentramos por la generosa fronda con la emoción propia del urbanita que necesita conectar con la naturaleza para recuperar su equilibrio.

Con Eduardo, nuestro experimentado guía de cabeza, y Juanjo, chispeante guía de cola, recorrimos la angosta vereda admirando un entorno que ya anuncia la primavera. El rumor del arroyo nos acompañó en todo momento; y en algunos tramos el agua nos salía al paso para refrescar nuestra marcha.

Caminábamos en fila india, apartando con cuidado las ramas, acariciando las plantas para descubrir su fragancia, atentos al sendero y al paisaje; disfrutando de la generosa vegetación que nos ofrece la Sierra Norte sevillana. Conscientes y orgullosos del esfuerzo inicial que nos había llevado hasta allí. El hermoso entorno que atravesábamos era la merecida recompensa.

Dicen que todo esfuerzo tiene su galardón y así fue en nuestro caso. Los kilómetros de marcha y los metros de desnivel del sendero quedaron en pura anécdota cuando por fin llegamos a Aznalcóllar.

Tras el almuerzo y la sobremesa volvíamos a casa con una jubilosa sensación de bienestar ajena al cansancio. Porque justo aquí, al lado casi de la bulliciosa ciudad, la naturaleza se había revelado en todo su esplendor, la habíamos sentido especialmente cerca. Porque la naturaleza nos había envuelto y nuestra desazón urbanita se había desvanecido.

LOS MIRADORES Y EL CASTILLO DE COTE

LOS MIRADORES Y EL CASTILLO DE COTE

El Castillo de Cote se alza majestuoso en la Sierra de San Pablo. Su origen se remonta al siglo XIII, siendo una de las construcciones que formó parte de la llamada Banda Morisca, cinturón defensivo en la frontera con el  Reino Nazarí.

Castillo de Cote

Llegar hasta la cima de esta legendaria atalaya era nuestra meta en la ruta senderista del pasado sábado.

Los apuntes históricos, referidos por Ana en el bus, nos ubicaron en la zona antes de comenzar la subida. Partimos desde Montellano, municipio sevillano al que pertenece la serranía de San Pablo.

Se formaron cuatro grupos, cada uno con su guía particular. Ana, Carlos, Jose y Eduardo constituían el experto cuarteto dirigente. Bien pertrechados y animosos iniciamos el ascenso.

La subida se hizo más amena con las paradas en los miradores que jalonan el sendero. Unos balcones abiertos a magníficas vistas panorámicas que nos iban señalando la altura; hermosos rincones para recuperar el aliento y retomar la escalada

Por fin llegamos a los pies del castillo. Medio kilómetro de subida hasta alcanzar la ansiada meta. Las vetustas piedras nos dieron la bienvenida; las piedras y el viento que terminó de disipar las nubes para dejarnos contemplar absortos el soberbio paisaje que se divisa desde la cima.

Ajenos al cansancio, satisfechos por haber llegado. Satisfacción por partida doble en mi caso: 12,5 Km y 500 metros de desnivel positivo. Un segundo nivel senderista que he superado con ayuda de los animosos guías de Senderismo Sevilla Viajes.

Todos me han ayudado en un momento u otro, a todos tengo que agradecerles su entrega y apoyo. Sí, el esfuerzo merecía la pena.

Una última subida, un último tramo antes de iniciar el descenso al punto de partida para culminar una brillante jornada. Una jornada que se saldó con algún que otro incidente solventado de manera rápida y satisfactoria.

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Gajes del ‘oficio’ senderista que se resuelven con ánimo y buena disposición. Bien está lo que bien acaba; y nuestra caminata del pasado sábado concluyó con música y aplausos en el bus. Aplausos para guías y caminantes, aplausos para la naturaleza y sus senderos. Aplausos por y para la vida. Por y para la esperanza ante estas difíciles circunstancias que nos han tocado vivir.

Eloína Calvete García

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