El sendero de Los Ángeles discurre paralelo al río Bembézar a su paso por el Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos (Córdoba).


Es un hermoso recorrido de ida y vuelta entre el río y las montañas, entre flores, matorrales y árboles.

Contemplando a lo lejos el seminario de Nuestra Señora de los Ángeles, un antiguo monasterio franciscano enclavado en las rocas.

Nuestra meta. Una meta que en principio se antojaba lejana mientras caminábamos absortos en una naturaleza decididamente primaveral.

Iniciamos la marcha liderados por Eduardo y Fiore. Experimentados guías que contaban con la ayuda de Fran y Manu.

çJóvenes discípulos más que dispuestos a aprender y disfrutar en plena naturaleza.

Satisface y emociona ver que la juventud se implica con entusiasmo en la defensa y cuidado de un entorno natural que es de todos y para todos.

Seguro que ellos lo harán mejor que nosotros, disponen de más medios y más conocimientos adquiridos en los nuevos grados y ciclos formativos en torno al medio ambiente que se han desarrollado en los últimos años.

Así que con tan agradable compañía y buena disposición el camino se hizo fácil.

La abundante, densa y verde vegetación nos liberaba del incipiente calor, las coloridas flores nos alegraban la ruta y aves e insectos completaban la belleza del sendero.

Llegamos a nuestro destino, el seminario, e hicimos el descanso nutritivo antes de iniciar la segunda parte, el descenso.

Un retorno por el mismo camino que a la ida, pero volvíamos con una mirada más confiada, más relajada, más satisfecha.

Nos esperaba para comer Hornachuelos, el histórico municipio cordobés situado en plena serranía.

Almorzamos comentando la jornada. Comentarios alegres y positivos, acordes con el satisfactorio sentir general.

Preciosa ruta, hermosos paisajes, guías excelentes y buena compañía. ¿Se puede pedir más?
çEloína Calvete García
Por el Valle del Jerte transcurrió nuestro último viaje senderista. Dos días y dos noches recorriendo un magnífico entorno natural.

Cuatro rutas, dos niveles y tres magníficos guías que se complementaron para ofrecernos lo mejor.

No se puede disfrutar más en menos tiempo. A la belleza de los paisajes se añadieron el buen tiempo, el buen ambiente, la camaradería y la generosidad de unos y otros.

Caminar por el Valle del Jerte, entre cerezos, supone un vivificante ejercicio y una agradable sensación de bienestar y afinidad con la naturaleza.

Una naturaleza que a los urbanitas se nos antoja a veces demasiado lejana.

Senderear entre cascadas y caminar en paralelo al río con el rumor del agua como música de fondo son experiencias inolvidables en este paraje único.

Como contemplar los campos blancos y floridos a la par que se divisa la nieve en las cumbres que rodean el valle.

Todas estas sensaciones y experiencias se fueron acumulando en nuestra mochila senderista. “Sumando momentos”, que diría Jose, nuestro guía de cabeza.

Además, entre sendero y sendero, paseos por dos enclaves extremeños. Plasencia, la ciudad con dos catedrales. Y Jerte, el municipio homónimo del valle

Nuevos sumandos para una alforja viajera ya casi repleta. Históricos lugares de peculiar belleza como complementos inesperados en el viaje.

Dos días y dos noches que dieron para mucho. Blancos cerezos, cimas nevadas, hermosas cascadas y cientos de fotografías.

Cuatro rutas, dos niveles y tres guías: Jose, Inma y Sergio liderando la marcha por vistosos senderos.

Deshaciendo entuertos con paciencia casi infinita y buena disposición. Instantes y sensaciones emocionantes en un breve pero fructífero viaje que esperamos repetir

Volveremos cuando la naturaleza juegue a pintar nuevos colores. Y el grana más sublime de las cerezas sustituya al blanco inmaculado de las flores

De momento, resignados, repasaremos vídeos y fotografías.

ELOÍNA CALVETE GARCÍA
El rio Ciudadeja discurre por el Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla; y paralelos a este río caminamos el pasado domingo siguiendo una ruta diseñada para descubrir lo mejor de la rivera.


Comenzamos la caminata en Las Navas de la Concepción, allí nos esperaba María José, guía de Natur Spirit.

Ella nos fue descubriendo y describiendo un sendero que combina distintos tipos de paisaje.

Comenzamos vislumbrado la dehesa y algunos de sus animales característicos.

Y seguimos el bien señalizado sendero para disfrutar de un frondoso bosque de galería perfectamente conservado.

Alcornoques, sauces, álamos, encinas, quejigos; la densa vegetación forma curiosos ‘túneles’ en la húmeda rivera y se percibe el cambio de temperatura al adentrarse en ellos.


Las características de la fauna y flora de la Rivera del Ciudadeja nos fueron sabiamente descritas por nuestra guía autóctona en las diferentes paradas que hicimos durante la ruta.


También nos habló de la importancia de los antiguos molinos hidráulicos cuyos restos jalonan la rivera

Y disfrutamos de las pequeñas cascadas que la corriente del rio forma durante su recorrido


Nuestra pausa de avituallamiento la realizamos junto a la ermita de la Virgen de Belén. Un santuario conocido por su romería y muy bien acondicionado como merendero.

Juanjo, nuestro guía particular, cerraba la marcha atento siempre a cualquier necesidad del grupo. Y juntos volvimos al pueblo para disfrutar también de la gastronomía de la Sierra Norte.

La preciosa ruta nos había abierto el apetito. Un último paseo por el pueblo para conocer un poco más de estos rincones antes de coger el bus de regreso.

Un regreso feliz con la satisfacción del sendero conseguido. El tiempo y el paisaje se conjugaron para ofrecernos un hermoso día, la agradable compañía y el buen ambiente también se aliaron para completar la jornada.

Ahora toca repasar fotografías, evocar momentos y sensaciones. Y, por supuesto, prepararse para la próxima ruta.
Eloína Calvete García
La ciudad palatina de Medina Azahara era el destino de nuestra ruta senderista del pasado domingo.

Una ruta que trascurrió por la Vereda de Trassierra, un frondoso bosque de quejigos, acebuches y pinos que ya viste colores otoñales.

El escarpado terreno se hizo más llevadero por las hermosas vistas y las sorpresas que nos deparaba el camino.

Como la pequeña y florida pradera donde hicimos nuestra habitual parada de avituallamiento.

Rodeados de flores el cansancio despareció y volvimos a marchar en pos de nuestra atractiva meta: Madīnat al-Zahrā (la ciudad brillante).

Antes de llegar al conjunto arqueológico, el monasterio de San Jerónimo de Valparaiso asomó en la ruta como una hermosa muestra del arte gótico que adorna la Sierra Morena cordobesa.

Nuestro camino estuvo jalonado de bellezas. Arquitectura natural y arquitectura humana.

Bellezas que nos permiten confiar en el hombre a pesar de trapacerías y argucias que perjudican nuestro medio ambiente y esquilman nuestro patrimonio.

Y llegados a Medina Azahara, admiración y otra vez asombro ante las históricas construcciones.

Dicen que lo que asoma en el conjunto arqueológico cordobés es solo una mínima parte de su tamaño original; y ante la hermosura de los restos de la ciudad no cuesta mucho imaginar su esplendor en tiempos de Abderramán III, el caudillo árabe que la mandó construir para su mayor gloria.

Caminar entre las antiquísimas piedras es transitar por nuestro pasado sorprendidos por la destreza y habilidad de los artesanos y artistas que la erigieron.

Y aunque atrapados por su belleza, tocaba despedirse. Córdoba nos esperaba para comer y tomar el bus de regreso.

Nos alejábamos de Medina Azahara para acercarnos a otro lugar de ingente belleza. Otra ciudad, Patrimonio de la Humanidad, cuyos orígenes se pierden en el tiempo.

Disfrutamos de un par de horas para recorrer el centro histórico de la ‘Corduba’ romana, la ciudad califal por excelencia, la urbe de la Mezquita-catedral, la de los hermosos y exuberantes patios.

Fue un acertado colofón para una brillante jornada en la que senderismo y cultura formaron un perfecto e inigualable tándem.

Eloína Calvete García
El pasado sábado nuestra jornada senderista discurrió por la zona minera de Riotinto, Huelva. Fue una doble jornada completa y repleta. Completa porque disfrutamos de un sol radiante la mayor parte del día, un sol que atemperó el frío inicial.

Completa porque disfrutamos de un sol radiante la mayor parte del día, un sol que atemperó el frío inicial. Y repleta de luminosos colores que destacaban entre el cielo y el suelo.

Verdes, ocres, azules y anaranjados brillantes en medio de una paisaje exclusivo y generoso. En medio de una naturaleza que nos ofreció lo mejor de sí misma.

Nos acercamos a esta reconocida zona de la sierra onubense atraídos por su belleza. Capitaneados por Ana y Eduardo, nuestros experimentados guías, recorrimos los senderos y en lugares destacados nos detuvimos a escuchar atentos las explicaciones de Virginia, gerente de Paseos por Sevilla, y nueva colaboradora de Senderismo Sevilla




Con ella nos adentramos en la historia y la prehistoria de la región, desde que nuestros antepasados erigieron el Dolmen Mascotejo hasta el establecimiento de unas minas dirigidas por la Rio Tinto Company Limited y la visita a la zona de la Agencia Espacial Norteamericana, la NASA. Una interesante y peculiar narración que añade aún más encanto a un entorno ya de por sí único y original.


Subimos colinas y bajamos laderas. Atravesamos un antiguo túnel y caminamos por las abandonadas vías férreas de un paisaje naturalmente protegido alrededor del Río Tinto. Tras un rápido almuerzo comenzó la segunda parte de la jornada.


La Peña del Hierro en Nerva, hermosa mina a cielo abierto, deslumbra por su juego de colores. Subimos una ligera cuesta para poder contemplarla en todo su esplendor mientras una fina llovizna aligeraba nuestros pasos. Y al final, un espectacular arco iris puso el broche de oro a nuestra doble ruta senderista.


Supongo que ahora estaréis de acuerdo con lo escrito anteriormente. Nuestra doble jornada resultó completa y repleta. Una exuberante naturaleza en un espectacular paisaje, unos excelentes guías y una justa interpretación histórica. Además de un sinfín de fotografías para guardar con ellas el recuerdo de esta original ruta. Sí, una doble jornada senderista original, completa y repleta.


Eloína Calvete García