ERMITA, CASTILLO Y MUSEO EN AROCHE

ERMITA, CASTILLO Y MUSEO EN AROCHE

El pasado sábado nuestra ruta senderista nos prometía diversas visitas. El pueblo de Aroche, la ermita de San Mamés y los restos de la ciudad romana de Turóbriga. Y así fue. O casi.

Las ruinas romanas estaban inundadas por la preciada lluvia reciente y no estaban abiertas al público.

Todo lo demás sí pudimos verlo, fotografiarlo y saborearlo (lo de saborearlo es por el almuerzo, claro). Pero vayamos por partes.

Con Eduardo, Raúl y Virginia como infatigables guías iniciamos un recorrido que nos llevó a través del pueblo hasta la recoleta y hermosa ermita de San Mamés, del siglo XIII y estilo mudéjar.

La ermita se asienta sobre los restos de una basílica romana y conserva algunas curiosas pinturas murales de origen medieval. Todas estas características fueron muy bien explicadas por el amable señor que nos recibió e hizo de cicerone.

Un breve descanso y refrigerio antes de asomarnos a las anegadas ruinas y emprender la vuelta al pueblo

Arucci Turóbriga, Aroche, la ciudad romana fundada en época de Augusto. Nos esperaban su castillo almorávide y novillero (por lo de la plaza de toros), su hermosa iglesia de la Asunción y un curioso y original museo de Rosarios.

Pero antes del recorrido vespertino, un agradable almuerzo en buena compañía. Sentados al sol y disfrutando de magníficas vistas en este precioso pueblo enclavado en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche.

Las visitas de la tarde fueron interpretadas por personal de la Oficina de Turismo de la localidad onubense. Aunque también nuestra guía Virginia puso su granito de arena para explicarnos el origen y la historia del Rosario como símbolo religioso. Al final casi no echamos de menos los restos romanos. Seguro que allí seguirán cuando volvamos.

Porque volveremos. Volveremos a Arucci Turóbriga, a su castillo torero y a su iglesia erigida por orden de los Reyes Católicos. Y a su museo de Rosarios con más de 2000 piezas de todos los tamaños y materiales. Volveremos por su entorno, su historia y su patrimonio. Y por sus ruinas romanas, claro.

ELOINA CALVETE GARCIA

SENDERISMO, ARQUEOLOGÍA Y MUNIGUA

SENDERISMO, ARQUEOLOGÍA Y MUNIGUA

El enclave arqueológico de Munigua se encuentra situado en plena campiña de la Sierra Norte sevillana. A pocos kilómetros de Villanueva del Río y Minas.

En una zona geográfica que destaca por su riqueza mineral. Es un lugar del que se tienen noticias desde el siglo XVI, aunque su origen se sitúa en plena expansión romana por la Península Ibérica; entre los siglos I y III de nuestra era. Cuando este territorio adquirió la categoría de municipio.

Dicho enclave era nuestro destino senderista el pasado sábado. La ciudad de Munigua o Mulva. El castillo y el santuario. Las terrazas y el foro. Las casas y las termas que se adivinan entre matorrales y árboles.

Es difícil sustraerse al encanto de esta zona despejada de construcciones modernas; una zona cuyos restos permiten imaginar cómo fue esa recoleta ciudad fortificada.

También una pequeña maqueta y las palabras de Juanjo, nuestro guía e intérprete, nos ayudan a vislumbrar el pasado remoto de estas vetustas piedras.

Más y más fotografías para el recuerdo. Hay que inmortalizar el momento, ser ‘nuevos arqueólogos’ de una historia no por conocida menos atractiva.

Somos nuestro pasado y formamos parte del futuro. Como esos romanos, patricios y plebeyos, que caminaron entre las calles de esta ciudad estratégicamente situada. Que trabajaron en sus minas y acudieron a sus templos para adorar a dioses de curiosos nombres.

Tras nuestro viaje en el tiempo, volvemos al presente y retomamos el camino. Dejamos Munigua, dejamos atrás aquello que fuimos para reponer ahora fuerzas en plena campiña. Junto al río, escuchando el murmullo de las aguas y los sonidos de la naturaleza.

Al final, nos espera un buen almuerzo entre risas y anécdotas. En la inmejorable compañía de todos los que decidimos que el pasado sábado era un buen día para caminar por los senderos de la historia.

Eloína Calvete García

POR EL BOSQUE ENCANTADO

POR EL BOSQUE ENCANTADO

Entre Galaroza y Fuenteheridos, el Bosque Encantado. Un asombroso bosque poblado de verdes helechos, flores silvestres y árboles de extrañas formas.

Un sendero peculiar que recorrimos el pasado sábado fascinados y curiosos, protegidos del calor por la abundante vegetación y el aire fresco que soplaba a ratos.

El sendero del Bosque Encantado discurre entre castaños, alcornoques, quejigos y chopos.

Entre una espesa arboleda rodeada de plantas y frondas de diversos tamaños y características.

En algunos tramos el suelo parece alfombrado de blanco, un blanco que se asemeja a la nieve y sorprende al caminante.

‘Nieve de primavera’ llaman a la suave pelusa que esparce y propaga las semillas de los chopos. Un asombroso fenómeno natural que añade atractivo a este bosque ya de por sí seductor.

El lugar elegido por Manuel, nuestro guía, para la parada de refresco también es encantador.

Un mirador desde el que se divisan los pueblos y sierras circundantes; y en el que se enclava una pequeña ermita, la de Santa Brígida, patrona de huertos y frutales.

Allí acuden los vecinos de Galaroza los Domingos de Resurrección para procesionar con la imagen de la santa y merendar en el cerro oteando el espectacular horizonte.

Desandamos lo andado y volvemos a Fuenteheridos atravesando otra vez el Bosque Encantado.

De nuevo nos sorprenden y admiran las curiosas formas de los árboles y el verdor de las plantas.

La ‘nieve de primavera’ empujada por el viento juguetea entre nuestros pies y acariciamos los helechos para despedirnos de este original entorno.

Seducidos por su encanto casi olvidamos el cansancio de la caminata, pero el hambre y el sol aprietan y apuramos la marcha.

La jornada senderista culmina con un buen almuerzo en la plaza principal del municipio onubense.

Charlando y repasando fotografías llega la hora de volver al bus.

La hora de regresar a casa con la mochila más ligera y las cámaras más ‘pesadas’ después de una ruta mágica y asombrosa.

Una antigua, peculiar y encantadora ruta

Eloína Calvete García

POR EL SENDERO DE LOS ÁNGELES

POR EL SENDERO DE LOS ÁNGELES

El sendero de Los Ángeles discurre paralelo al río Bembézar a su paso por el Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos (Córdoba).

Es un hermoso recorrido de ida y vuelta entre el río y las montañas, entre flores, matorrales y árboles.

Contemplando a lo lejos el seminario de Nuestra Señora de los Ángeles, un antiguo monasterio franciscano enclavado en las rocas.

Nuestra meta. Una meta que en principio se antojaba lejana mientras caminábamos absortos en una naturaleza decididamente primaveral.

Iniciamos la marcha liderados por Eduardo y Fiore. Experimentados guías que contaban con la ayuda de Fran y Manu.

çJóvenes discípulos más que dispuestos a aprender y disfrutar en plena naturaleza.

Satisface y emociona ver que la juventud se implica con entusiasmo en la defensa y cuidado de un entorno natural que es de todos y para todos.

Seguro que ellos lo harán mejor que nosotros, disponen de más medios y más conocimientos adquiridos en los nuevos grados y ciclos formativos en torno al medio ambiente que se han desarrollado en los últimos años.

Así que con tan agradable compañía y buena disposición el camino se hizo fácil.

La abundante, densa y verde vegetación nos liberaba del incipiente calor, las coloridas flores nos alegraban la ruta y aves e insectos completaban la belleza del sendero.

Llegamos a nuestro destino, el seminario, e hicimos el descanso nutritivo antes de iniciar la segunda parte, el descenso.

Un retorno por el mismo camino que a la ida, pero volvíamos con una mirada más confiada, más relajada, más satisfecha.

Nos esperaba para comer Hornachuelos, el histórico municipio cordobés situado en plena serranía.

Almorzamos comentando la jornada. Comentarios alegres y positivos, acordes con el satisfactorio sentir general.

Preciosa ruta, hermosos paisajes, guías excelentes y buena compañía. ¿Se puede pedir más?

 çEloína Calvete García

SENDERISMO, CEREZOS Y FLORES

SENDERISMO, CEREZOS Y FLORES

Por el Valle del Jerte transcurrió nuestro último viaje senderista. Dos días y dos noches recorriendo un magnífico entorno natural.

Cuatro rutas, dos niveles y tres magníficos guías que se complementaron para ofrecernos lo mejor.

No se puede disfrutar más en menos tiempo. A la belleza de los paisajes se añadieron el buen tiempo, el buen ambiente, la camaradería y la generosidad de unos y otros.

Caminar por el Valle del Jerte, entre cerezos, supone un vivificante ejercicio y una agradable sensación de bienestar y afinidad con la naturaleza.

Una naturaleza que a los urbanitas se nos antoja a veces demasiado lejana.

Senderear entre cascadas y caminar en paralelo al río con el rumor del agua como música de fondo son experiencias inolvidables en este paraje único.

Como contemplar los campos blancos y floridos a la par que se divisa la nieve en las cumbres que rodean el valle.

Todas estas sensaciones y experiencias se fueron acumulando en nuestra mochila senderista. “Sumando momentos”, que diría Jose, nuestro guía de cabeza.

Además, entre sendero y sendero, paseos por dos enclaves extremeños. Plasencia, la ciudad con dos catedrales. Y Jerte, el municipio homónimo del valle

Nuevos sumandos para una alforja viajera ya casi repleta. Históricos lugares de peculiar belleza como complementos inesperados en el viaje.

Dos días y dos noches que dieron para mucho. Blancos cerezos, cimas nevadas, hermosas cascadas y cientos de fotografías.

Cuatro rutas, dos niveles y tres guías: Jose, Inma y Sergio liderando la marcha por vistosos senderos.

Deshaciendo entuertos con paciencia casi infinita y buena disposición. Instantes y sensaciones emocionantes en un breve pero fructífero viaje que esperamos repetir

Volveremos cuando la naturaleza juegue a pintar nuevos colores. Y el grana más sublime de las cerezas sustituya al blanco inmaculado de las flores

De momento, resignados, repasaremos vídeos y fotografías.

ELOÍNA CALVETE GARCÍA

 

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